Esta es la primera parte de algo que quería hacer hace algún tiempo, quise dividirlo por el hecho de que es un tema muy extenso. Estoy abierto a recibir críticas consejos y todo lo que sientan o quieran aportar.

pdt:Mientras escribia esto escuchaba esta playlist se las comparto! Me cuesta mucho empezar o iniciar cualquier cosa que haga, y esta vez no fue la excepción así que me he preguntando cómo empezar; y solo se me vino a la mente "de la manera más sincera". Hace bastante tiempo que he tenido el deseo de hacer esto, por muchos motivos nunca empezaba “Empeze algo parecido y no le termine” pero esta vez será diferente. Antes de seguir debo dar gracias especiales a 2 personas, quizás ellas no lo sepan pero han sido ejemplos de valentía y ánimo para realizar esto, su forma de ser me han motivado y animado para hacer algo como esto. Una de ella es Katalina Moya que una vez se atrevió a ser valiente y sincera compartiendo lo que estaba pasando en su año 2016. La segunda es Claudia Peralta su sinceridad en escribir o hacer notar cuando está molesta o está triste me motivan a ser igual, son pocas las personas que se atreven a ser sinceras cuando las cosas no marchan tan bien como esperamos. Cuando nos pasan cosas malas o nuestro estado de ánimo no es el mejor quisiéramos que nadie lo sepa, solo queremos mostrar que todo está bien en nuestras “perfectas” vidas, pero he descubierto que debemos ser valientes en compartir cuando las cosas no están muy bien y pedir ayuda, debemos dejar de pensar cosas como: Que pensara el resto, nadie puede entenderme, nadie puede ayudarme, estoy solo(a) etc... Cuesta y cuesta mucho pero es algo que debemos trabajar si queremos seguir creciendo. Quizas se esten preguntando por qué estoy haciendo esto, pero sino se lo han preguntado de todas formas se los compartiré. Este año me han pasado muchas cosas “Buenas y Malas” Dios me ha bendecido mucho y por otro lado me he dado cuenta de muchas cosas en la que he fallado y en las que sigo fallando. Entre las buenas cosas que Dios permitió poder vivir y estar fue poder trabajar en la Universidad Católica de San Joaquín, donde tuve la bendición de conocer un grupo que junta algunos días de la semana para compartir el amor de Papá, recuerdo muy bien un dia de esos cuando vino una persona a compartir un mensaje con nosotros, hablaba sobre volver a la Raíz de todo (así como un equipo tecnológico necesita formatearse para funcionar con sus capacidades óptimas y tener el rendimiento deseable y el mejor que puede alcanzar, y todo por culpa de las actualizaciones que ponemos creyendo que funcionara mejor). Todo eso quedó dando vueltas en mi cabeza el llamado era a volver a lo más importante de todo lo primordial lo esencial... a JESÚS. Fue así como empezaron a resurgir antiguas preguntas y tomando más fuerzas otras presentes. Así que empecé y sigo pidiendole a Dios poder conocer más a Jesús, que era lo que no estaba entendiendo, quien era en verdad ese Jesús cómo es posible que tantos años hayas escuchado, leído, compartido sobre El y aun no lo conociera bien ? muchas más cosas pasaron por mi mente que ahora no recuerdo pero que Dios ha ido revelando y respondiendo. Empecé tratando de volver todo mi enfoque y mis fuerzas hacia JESÚS no sabía muy bien lo que estaba pidiendo y haciendo, pero sabía que algo tenía que hacer con todas esas preguntas y lo que me estaba pasando. Algo he tenido muy presente y es que Dios nos ama profundamente y quiere tener una relación con sus hijos y no me dejaría solo con todo esto, hasta el momento han pasado muchas cosas, Dios ha puesto diferentes personas en mi camino, situaciones, mensajes etc etc. Junto a todas esas cosas puso en mi el deseo de conocerle más y trabajar más en nuestra relación, buscarle a través de su palabra, oración, tiempo a solas de intimidad con Él, trabajar y buscar su reino... quizás todo eso suene a una fórmula para tener éxito como cristiano pero debo decir que ha medida que estoy haciendo eso es lo que menos siento, sino que todo lo contrario ya que esas cosas no quitan que siga pecando; para que me entiendan a lo que quiero llegar permítanme preguntarles: Conocen el “El sermón del monte” o las “Bienaventuranzas de Jesús” ahora si la respuesta es sí, déjame preguntar entendemos de qué se trata? o qué era lo que JESÚS quería enseñarnos?. Preguntas como esas empezaron a surgir en mi mente y corazón.Y para que me entiendan aun mejor tengo que explicarles cómo es que preguntas como esas empezaron a surgir. Anteriormente les hable sobre volver a la Raíz volver a lo esencial volver a JESÚS, por lo tanto era indiscutible que tenía que volver a todo lo que él dijo e hizo, (Soy un convencido de que nada de lo que pasa pasa por casualidad), y recordé que hace muy poco tiempo atrás 1 año mas o menos en IDENTIDAD “Nombre de la reunión de Jóvenes de la Iglesia que asisto” se hicieron prédicas de estos temas y yo por otro lado estaba leyendo en mi pieza sobre estos temas y para ser sincero cada vez que leo estos mensajes de JESÚS siempre quedó con la sensación de que algo no calza!! algo no está bien, algo no entiendo, sigo fallando en tantas cosas… Y es por que estos últimos años le he pedido a Dios que trabaje en mi vida (en toda mi vida!) relaciones, mi forma de ser mi sueños en todo lo que soy y un punto clave ha sido el tema de la PUREZA, y aquí es donde quiero detenerme un poco, ya que hay mucho que tengo y quiero compartir sobre este tema. El buscar la pureza espiritual me llevó a todo esto, este tema es muy difícil en mi vida ya que a medida que pasa el tiempo y mas busco esa pureza y mas busco tener una relación con Dios más me doy cuenta de mi situación, una situación totalmente diferente a pureza, como les dije este tema es muy difícil poder explicarles con mis propias palabras y es aquí donde entra en juego el asunto de las enseñanzas de JESÚS, para ayudarme y ayudarles a que puedan entender de qué es lo que estoy diciendo es que a continuación voy a compartirles extractos del libro El Jesús que nunca conocí. El Jesús que creía conocer Comencé a familiarizarme con Jesús desde niño cantando "Cristo me ama" en la Escuela Dominical, observando a los maestros del Club Bíblico utilizar figuras recortadas en un franelógrafo. Relacionaba a Jesús con refrescos, galletas y premios por buena asistencia. No hace mucho leí un libro que escribió Charles Dickens, ya anciano, para resumirles a sus hijos la vida de Cristo. El cuadro que presenta es el de una dulce niñera de la época victoriana que acaricia las cabezas de niños y niñas y les da algunos consejos como: "Ya saben, deben ser amables con su mami y su papi." Con sobresalto recuerdo la imagen de Escuela Dominical de Jesús con la que fui creciendo: alguien afectuoso y tranquilizador, sin ninguna arista. De niño una persona así me resultaba reconfortante.


PRIMERA PARTE

Un sermón ofensivo Las Bienaventuranzas representan no sólo el primer paso hacia la comprensión del Sermón del Monte. Mucho después de llegar a reconocer la verdad perdurable de las Bienaventuranzas, seguía cavilando acerca de la dureza intransigente del resto del Sermón. Su carácter absolutista me dejaba boquiabierto. "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto", dijo Jesús, casi escondida su afirmación entre los mandamientos de amar a los enemigos y de dar limosna. ¿Ser perfectos corno Dios? ¿Qué quiso decir? No puedo prescindir con facilidad de este extremismo, porque se encuentra en otras partes de los evangelios. Cuando un joven rico le preguntó a Jesús que tendría que hacer para ganar la vida eterna, Jesús le dijo que entregara todo su dinero; no el diez por ciento, o el dieciocho por ciento, o ni siquiera el cincuenta por ciento, sino todo. Cuando un discípulo le preguntó si debía perdonar a su hermano siete veces, Jesús replicó: "No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete." Otras religiones enseñaban variantes de la "Regla de oro", pero formuladas de una manera más limitada, negativa: "No hagas a otros lo que no quisieras que otros te hicieran." Jesús amplió la Regla para darle una forma ilimitada: "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos." ¿Ha tenido alguna vez alguien una vida tan perfecta como la de Dios? ¿Ha seguido alguna vez alguien la Regla de oro? ¿Cómo podemos ni siquiera responder ante semejantes ideales imposibles? Los humanos preferimos el sentido común y el equilibrio. Una amiga mía, Virginia Stem Owens, dio como tarea el Sermón del Monte a su clase de composición en la Universidad A&M de Tejas, y les pidió que escribieran un trabajo breve, las reacciones de los estudiantes fueron. "En mi opinión la religión es un gran engaño", escribió uno. "Hay un viejo dicho que afirma que 'uno no debe creer todo lo que lee' y se aplica en este caso" , escribió otro. Virginia recordó cómo llegó a conocer el Sermón del Monte en la Escuela Dominical, con afiches en colores pastel que mostraban a Jesús sentado en una ladera, rodeado de niños. Nunca se le ocurrió reaccionar con ira o indignación. Sus estudiantes no pensaban así: Lo que las iglesias predican es extremadamente riguroso y casi no dejan espacio para divertirse sin pensar en si es pecado o no. No me gusta la composición "Sermón del Monte". Fue difícil leerlo y me hizo sentir como si tuviera que ser perfecto y nadie lo es. Lo que se pide en este sermón es absurdo. Mirar a una mujer es adulterio. Esta es la afirmación más exagerada, estúpida e inhumana que jamás haya leído. "Cuando leí esto", escribió Virginia acerca de la experiencia, "comencé a sentirme animada. Hay algo de inocencia refinada al no caer en la cuenta de que no se debe llamar estúpido a Jesús ... Esto era lo verdadero, una respuesta primitiva al evangelio, no tamizada por dos milenios de neblina cultural ... Encuentro muy alentador que la Biblia siga ofendiendo a oídos sinceros e ignorantes como lo hizo en el siglo primero. Para mí esto válida en cierto modo su significado. En tanto que las Escrituras casi han perdido, en el último siglo, su característico sabor severo, el analfabetismo bíblico actual, tan extendido, debiera catapultarnos a una situación mucho más cercana a la de su oyentes del siglo primero." Ofensivo, severo. Sí, son palabras adecuadas para aplicarlas al Sermón del Monte. En la revisión que hice de quince películas cinematográficos de JesuCristo, sólo uno me pareció que captaba algo parecido a la ofensa del original. Una producción de la BBC, con escaso presupuesto, llamada Son of Man [Hijo del Hombre] coloca el Sermón del Monte en un trasfondo de caos y violencia. Los soldados romanos acaban de invadir un pueblo galileo para vengar algunas transgresiones contra el Imperio. Han capturado a algunos judíos en edad de pelear, han arrojado al suelo a sus histéricas mujeres, incluso han atravesado con sus lanzas a algunos niños para "darles una lección a estos judíos". Jesús, con los ojos llameantes, se aparece en medio de esta escena tumultuosa de sangre y lágrimas. "Yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. Ojo por ojo y diente por diente, ¿no es cierto? Así dijeron nuestros antepasados. Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo, ¿no es cierto? Pero yo os digo que es fácil amar a tu propio hermano, amar a los que nos aman. ¡Incluso los cobradores de impuestos lo hacen! ¿Quieren que los felicite porque aman a sus hermanos? No, amad a vuestros enemigos. Amad al que os patea y escupe. Amad al soldado que os quiere atravesar con su lanza. Amad al ladrón que os despoja y tortura. ¡Escuchadme! ¡Amad a vuestros enemigos! Si un soldado romano te abofetea en la mejilla izquierda, preséntale la otra. Si alguien con autoridad te ordena caminar un kilómetro, camina dos. Si alguien te quita el manto, dale también la camisa. !Escuchadme! Yo os digo que es difícil seguirme. ¡Lo que os digo nunca nadie lo había dicho desde que comenzó el mundo! " Uno puede imaginar la respuesta de la gente del pueblo ante semejantes consejos inoportunos. El Sermón del Monte no los intrigó, los enfureció. Al comienzo del Sermón del Monte, Jesús se enfrentó directamente con la pregunta que preocupaba a la mayoría de sus oyentes: ¿Era un revolucionario o un profeta genuinamente judío? Esta es la descripción que hace Jesús de su relación con la Torá: No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir ... Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Esta última afirmación sin duda hizo que la multitud se incorporara para escuchar bien. Los fariseos y los maestros de la ley competían entre sí en rigor. Habían dispersado a la ley de Dios en seiscientas trece reglas doscientos cuarenta y ocho mandamientos y trescientas sesenta y cinco prohibiciones y reforzado estas reglas con mil quinientas veintiún enmiendas. Para no violar el tercer mandamiento, "No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano", se negaban a pronunciar el nombre de Dios y para evitar la tentación sexual habían introducido la práctica de bajar la cabeza para ni siquiera mirar a una mujer (los más escrupulosos de ellos eran conocidos como "fariseos sangrantes" debido a los frecuentes choques con paredes y otros obstáculos). Para evitar profanar el sábado, habían declarado ilegales treinta y nueve actividades que se podían considerar como "trabajo". ¿Cómo podría la justicia de una persona común y corriente sobrepasar nunca la de semejantes hombres santos profesionales? El Sermón del Monte detalla exactamente lo que Jesús quiso decir, y esta explicación es lo que les pareció tan absurdo a los estudiantes contemporáneos de la Universidad A&M de Tejas y también a los judíos palestinos del siglo primero. A partir de la Torá, Jesús hizo avanzar la ley en la misma dirección, más allá de donde cualquier fariseo se hubiera atrevido a hacerla avanzar, más allá de donde cualquier monje se ha atrevido a vivirla. El Sermón del Monte introdujo una nueva luna en el universo moral que desde entonces ha hecho sentir su fuerza de gravedad. Jesús hizo imposible que nadie pudiera cumplir la ley y luego nos mandó que la cumpliéramos. Veamos algunos ejemplos. Todas las sociedades en la historia de la humanidad han tenido leyes contra el homicidio. Varían entre sí, claro está: en Estados Unidos se permite matar en defensa propia o en circunstancias insólitas, como la agresión al cónyuge. Pero ninguna sociedad ha establecido nada que se parezca a la definición ampliada de homicidio: "Yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio ... cualquiera que diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno del fuego." Como crecí con un hermano mayor, me irritaba este versículo. ¿Pueden dos hermanos superar las tempestades de la adolescencia sin utilizar palabras como "necio" y "fatuo"? Todas las sociedades tienen tabúes contra la promiscuidad sexual. En la actualidad por lo menos una universidad exige que los estudiantes pidan permiso a las compañeras para cada una de las fases del contacto sexual Entre tanto, algunos grupos feministas están tratando de establecer un vínculo legal entre la pornografía y los delitos contra la mujer. Pero ninguna sociedad ha propuesto jamás una regla tan estricta como la de Jesús: "Yo os digo que cualquier que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno." He escuchado que se pide que castren a los violadores reincidentes, pero no he oído nunca que se proponga algún tipo de mutilación facial por miradas lujuriosas. En realidad, en los Estados Unidos de América la lujuria es un pasatiempo nacional bien establecido que se promueve en anuncios de pantalones vaqueros y de cervezas, en el número anual de Sports Illustrated sobre trajes de baño, y en los veinte millones de ejemplares de revistas pornográficas que se venden cada mes. Cuando el candidato presidencial Jimmy Carter trató de explicar este versículo en una entrevista en la revista Playboy, la prensa reaccionó con lo que John Updike describió como "hilaridad nerviosa". "[Qué raro suena a los oídos modernos", escribió Updike, "la noción de que la lujuria el deseo sexual que brota de dentro de nosotros tan involuntariamente como la saliva sea mala en sí misma]" En cuanto al divorcio, en la época de Jesús los fariseos debatían acaloradamente cómo interpretar las normas del Antiguo Testamento. El destacado rabino Hillel enseñaba que un hombre podía divorciarse de su mujer si ésta hacía algo que le desagradara incluso algo tan trivial como quemar la comida; al esposo le bastaba con repetir tres veces "Te divorcio" para que el divorcio fuera en firme. Jesús agregó: "Yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio." Por último, Jesús aclaró el principio de la no violencia. ¿Quién puede sobrevivir con la regla que Jesús estableció? "No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa." Examinó estos y otros estrictos mandamientos del Sermón del Monte y me pregunto cómo debo responder. ¿Espera realmente Jesús que dé limosna a cuantos mendigos se cruzan en mi camino? ¿Debiera olvidarme de insistir tanto en los derechos del consumidor? ¿Debiera cancelar mis pólizas de seguros para confiar mi futuro a Dios? ¿Debiera desechar mi televisión para evitar tentaciones lujuriosas? ¿Cómo puedo aplicar semejantes ideales éticos en mi vida cotidiana? En cierta ocasión me dediqué a leer en busca de la "clave" para entender el Sermón del Monte, y me consoló enterarme de que no fui el primero en fallar ante los elevados ideales que propone. A lo largo de la historia de la Iglesia, se han encontrado formas astutas de reconciliar las exigencias absolutas de Jesús con la deprimente realidad humana. Tomás de Aquino dividió la enseñanza de Jesús en preceptos y consejos, que en un idioma más moderno pudiéramos rebautizar como exigencias y sugerencias. Los preceptos abarcaban las leyes morales universales como los Diez Mandamientos. Pero en el caso de mandatos más idealistas, como la afirmación de Jesús en cuanto a la ira y a la lujuria, Tomás de Aquino aplicaba una norma diferente; aunque había que aceptarlos como un buen modelo y tratar de cumplirlos, no tienen la fuerza moral de los preceptos. La Iglesia Católica Romana codificó luego las distinciones de ese teólogo en listas de pecados "mortales" y "veniales". Martín Lutero interpretó el Sermón del Monte a la luz de la fórmula de Jesús: "Dad a César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios." Los cristianos tienen una doble ciudadanía, dijo: una en el reino de Cristo y otra en el reino del mundo. El extremismo que se encuentra en el Sermón del Monte se aplica en forma absoluta al reino de Cristo, pero no al del mundo. Si se toman los mandatos "amad a vuestros enemigos" y "no resistáis al que es malo", ¡claro que no se aplican al estado! A fin de prevenir la anarquía, un gobierno debe resistir al mal y defenderse contra los enemigos. Por lo tanto, el cristiano debiera aprender a separar el oficio de la persona: un soldado cristiano, digamos, debe cumplir las órdenes de luchar y matar aunque en su corazón siga la ley de Jesús de amar a los enemigos. En tiempo de Lutero, varios movimientos anabaptistas escogieron un enfoque radicalmente diferente. Ellos dijeron que todos estos intentos de suavizar los claros mandatos de Jesús están mal encaminados. ¿Acaso la Iglesia primitiva no había mencionado el mandato de Jesús de "amar a vuestros enemigos" más que cualquier otro, por lo menos durante cuatro siglos? Simplemente leamos el Sermón del Monte. Jesús no distingue entre preceptos y consejos, o entre el oficio y la persona. Dice que no hay que resistir al que es malo, no jurar, dar al necesitado, amar a los enemigos. Debiéramos seguir sus mandatos en la forma más literal posible. Por esta razón algunos grupos se comprometieron a no poseer nada. Otros, como los cuáqueros, se negaron a hacer juramentos o a quitarse el sombrero ante funcionarios públicos, y se opusieron a tener ejército e incluso policía. Miles de anabaptistas fueron muertos en Europa, Inglaterra y Rusia; muchos de los sobrevivientes cruzaron el océano hacia América, donde trataron de fundar colonias y comunas sobre la base de los principios del Sermón del Monte. En el siglo diecinueve surgió en Estados Unidos de América un movimiento teológico con un nuevo enfoque del Sermón del Monte. El dispensacionalismo explicaba esa enseñanza como el último vestigio de la era de la ley que pronto iba a ser sustituida por la era de la gracia, después de la muerte y resurrección de Jesús. De ahí que no necesitemos seguir sus exigentes mandatos. La popular Biblia Scofield describía el sermón como "pura ley" pero con "hermosas aplicaciones morales para el cristiano" Otra interpretación provino de Alberto Schweitzer, quien vio el Sermón del Monte como una serie de exigencias transitorias para tiempos excepcionales. Convencido de que el mundo iba a terminar pronto, Jesús estaba echando a andar una especie de "ley marcial". Como el mundo no terminó, ahora debemos ver sus instrucciones en forma diferente. Estudié con esmero todos estos movimientos, tratando de entender el Sermón del Monte desde el punto de vista de los mismos y debo admitirlo, tratando de encontrar una forma de escabullirme de sus graves exigencias. Cada una de esas escuelas de pensamiento aportó ideas importantes, pero también me parecía que todas tenían un punto débil. Las categorías de preceptos y consejos de Tomás de Aquino parecían tener sentido, pero no fue una distinción que Jesús propuso. Parecía que Jesús equiparó el precepto "no cometerás adulterio" con el consejo" ... cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón". La solución de Lutero parecía ingeniosa y sabia, pero la Segunda Guerra Mundial puso en claro los maltratos esquizofrénicos a los que puede dar lugar. Muchos cristianos luteranos sirvieron en el ejército de Hitler con conciencia limpia: "sólo cumplimos órdenes", y desempeñaron bien sus responsabilidades aunque internamente creían permanecer fieles a Jesús. En cuanto a los anabaptistas y otros intérpretes literales, su respuesta no violenta ante la persecución sobresale como uno de los momentos espléndidos en la historia de la Iglesia. Pero ellos mismos admitieron su fracaso en cumplir literalmente todos los mandamientos del Sermón del Monte. Los cuáqueros, por ejemplo, encontraron formas de evitar las reglas a fin de ayudar a la causa de la Revolución Norteamericana. Y ¿qué decir de las afirmaciones inflexibles contra la ira y la lujuria? Orígenes había aceptado siglos antes la advertencia contra el deseo lujurioso con todas sus consecuencias, pero la Iglesia, horrorizada, prohibió entonces su solución de castrarse. Los dispensacionalistas y apocalípticos encontraron formas hábiles de eludir las exigencias más duras del sermón de Jesús, pero me parecieron sólo eso: formas de eludir. Jesús mismo no dio indicios de que sus mandatos se aplicarán sólo por un tiempo breve o en circunstancias especiales. Las formuló con autoridad ("Pero yo os digo ...") y rigor ("Cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos ..."). Por mucho que traté, no pude encontrar una forma de suavizar el Sermón del Monte. Como si hubiera sido un caso moderado de depresión, mi disonancia cognoscitiva acerca de las palabras de Jesús me mantuvieron en un estado de inquietud espiritual. Si el Sermón del Monte establece la norma de Dios para la santidad entonces será mejor renunciar desde el principio. El Sermón del Monte no me ayudó a mejorar; simplemente me reveló todas las formas en que no lo había logrado. Al fin descubrí la clave para entender el Sermón del Monte, no en los escritos de grandes teólogos, sino en un lugar más inesperado: las obras de dos novelistas rusos del siglo diecinueve. Gracias a ellos he logrado formar mi propia interpretación del Sermón del Monte y de su mosaico de ley y gracia, la mitad Tolstoi y la otra mitad Dostoievski. De Tolstoi aprendí un profundo respeto por el ideal inflexible y absoluto de Dios. Los ideales éticos que Tolstoi encontró en los evangelios lo atrajeron como una llama, aunque su fracaso en ponerlos en práctica acabó por consumirlo. Al igual que los anabaptistas, Tolstoi se esforzó en seguir literalmente el Sermón del Monte, y su intensidad condujo muy pronto a que su familia se sintiera víctima de esa búsqueda de santidad. Por ejemplo, después de leer el mandamiento de Jesús al joven rico de dar todo lo que tenía, Tolstói decidió liberar a sus siervos, renunciar a sus derechos de autor y a regalar sus vastas propiedades. Se vestía como campesino, se hacía sus propios zapatos y comenzó a trabajar en el campo. Su esposa, Sonya, al ver que la seguridad económica de la familia estaba a punto de desaparecer, protestó muy irritada hasta que logró algunas concesiones. Al leer los diarios de Tolstoi encontré reminiscencias de mis propias arremetidas hacia la perfección. Los diarios hablan de muchas luchas entre Tolstoi y su familia, pero muchas más entre Tolstoi y él mismo. Siempre en busca de alcanzar la perfección, ideaba una y otra vez nuevas listas de normas. Renunció a la caza, a fumar, a beber y a comer carne. Redactó "Reglas para desarrollar la voluntad emocional. Reglas para desarrollar sentimientos elevados y eliminar los bajos." Pero nunca logró la disciplina de sí mismo necesaria para observar las reglas. En más de una ocasión, Tolstoi hizo voto público de castidad y exigió dormitorios separados. Nunca pudo cumplir por mucho tiempo el voto y para vergüenza suya, los dieciséis embarazos de Sonya proclaman al mundo esa incapacidad. A veces Tolstoi lograba hacer mucho bien. Por ejemplo, después de un largo paréntesis escribió su última novela Resurrección, a la edad de setenta y un años, para apoyar a los Doukhobors (un grupo anabaptista al que el zar perseguía) y donó todas sus ganancias para financiar la emigración de ese grupo a Canadá. Y como he mencionado, la filosofía de Tolstoi de no violencia, tomada directamente del Sermón del Monte, produjo un efecto que ha perdurado en herederos ideológicos como Gandhi y Martin Luther King Jr. Por cada Gandhi que se haya sentido inspirado por estos elevados ideales, sin embargo, hay un crítico o biógrafo que se siente repelido ante el espectacular fracaso de Tolstoi en alcanzar dichos ideales. Francamente, no practicó lo que predicó. Lo dijo muy bien su mujer (en un relato obviamente sesgado): Hay tan poco calor humano genuino en él; su amabilidad no le nace del corazón, sino simplemente de sus principios. Sus biografías les contarán cómo ayudaba a los trabajadores a acarrear baldes de agua, pero ninguno les dirá que nunca le dio descanso a su esposa y que nunca - en estos treinta y dos años - le dio a su hijo un vaso de agua o pasó cinco minutos junto a su cama para darme tiempo para descansar un poco de todas mis tareas. Los arduos esfuerzos de Tolstoi hacia la perfección nunca produjeron nada parecido a paz o serenidad. Hasta el momento de su muerte los diarios y cartas volvían una y otra vez al tema lastimoso del fracaso. Cuando escribía acerca de su fe religiosa o trataba de vivirla, el antagonismo entre lo real y lo ideal lo perseguía como un alma en pena. Demasiado sincero como para engañarse a sí mismo, no podía acallar la conciencia que lo acusaba, porque sabía que su conciencia tenía razón. León Tolstoi fue un hombre profundamente infeliz. Atacó con virulencia a la corrupta Iglesia Ortodoxa Rusa de su tiempo y se ganó su excomunión. Sus planes de perfeccionamiento propio fracasaron todos. Tuvo que esconder todas las sogas de su finca y ocultar sus armas para resistir a la tentación de suicidarse. Al final, Tolstoi abandonó su fama, su familia, sus posesiones, su identidad; murió como vagabundo en una estación rural de ferrocarril. ¿Qué aprendo, pues, de la trágica vida de Tolstoi? He leído muchos de sus libros religiosos y sin excepción me han inspirado con su penetrante comprensión del ideal de Dios. He aprendido que, en contraposición a quienes dicen que el evangelio resuelve los problemas, de muchas maneras - asuntos de justicia, de dinero, de raza - el evangelio de hecho aumenta nuestra carga. Tolstoi lo vio, y a pesar de esto nunca redujo los ideales del evangelio. Una persona dispuesta a poner en libertad a sus siervos y a renunciar a todas sus posesiones por simple obediencia al mandamiento de Jesús, no es fácil de descartar. Si sólo hubiera podido vivir esos ideales; si sólo yo pudiera vivirlos. A quienes lo criticaban, Tolstoi respondía: "No juzguen los santos ideales de Dios por mi incapacidad de alcanzarlos. No juzguemos a Cristo por quienes llevamos imperfectamente su nombre." Un pasaje sobre todo, tomado de una carta personal, muestra cómo Tolstoi respondió a sus críticos hacia el final de sus días. Constituye una síntesis de su peregrinaje espiritual, y es a la vez una afirmación resonante de la verdad en la que creyó con todo su corazón y una Ilorosa súplica de la gracia que nunca llegó a conseguir a plenitud. "Y en cuanto a ti, Lev Nikolayevich, predicas muy bien, pero ¿cumples lo que predicas?".' Esta es la pregunta más natural del mundo y me la hacen constantemente; me la hacen con tono triunfante, como si fuera una forma de cerrarme la boca. "Sí, predicas, pero ¿cómo vives Y respondo que no predico, que no soy capaz de predicar, aunque lo deseo muchísimo. Sólo puedo predicar por medio de mis acciones, y mis acciones son ruines ... y respondo que soy culpable, vil, y merecedor del desprecio por mi fracaso en cumplirlos. Al mismo tiempo, no para justificarme, sino sencillamente para explicar mi falta de coherencia, digo: "Miren mi vida actual y luego mi vida pasada, y verán que estoy tratando de cumplirlos. Es verdad que no he cumplido ni una milésima parte de ellos [preceptos cristianos], y me avergüenzo de eso, pero he fallado en cumplirlos no porque no quiera, sino porque he sido incapaz. Enséñenme a huir de la red de tentaciones que me rodean, ayúdenme y los cumpliré; incluso sin ayuda, deseo y espero cumplirlos. "Atáquenme, yo mismo lo hago, pero ataquenme a mí y no al camino que sigo y que indico a quienquiera que me pregunte dónde creo que se encuentra. Si conozco el camino a casa y lo recorro borracho, ¡es acaso menos bueno porque voy dando tumbos! Si no es el camino bueno, entonces muéstrenme otro; pero si tropiezo y me extravío, deben ayudarme, deben mantenerme en el verdadero camino, del mismo modo que yo estoy dispuesto a apoyar a los demás. No me desvíen, no se alegren de que me haya extraviado, no griten de alegría: '¡Mírenlo! Dijo que iba camino a casa, pero ahí está arrastrándose hacia una ciénaga!' No, no se regodeen, sino denme su ayuda y apoyo." Aquí termino esta primera parte con esas últimas palabras de esa carta la cual me siento representado totalmente y las tomo como si fueran de mi puño y letra.

Atentos a la segunda parte...